domingo, 24 de mayo de 2009

Espectacular

Que es un espectacular, de entrada la palabra evoca una situación: asombrosa, increíble, que sobrepasa nuestra realidad, una realidad pública, que engloba a un número indeterminado de personas.

Por tradición el espectacular, no es una persona, o un evento, aunque si puede aplicar dicho adjetivo a tal uso, me quedo esta vez con la cualidad de que el espectacular según una empresa dedicada a la elaboración de los mismos es un anuncio soportado en una estructura con una o más vistas para la identificación a distancia de una empresa, producto o servicio.

Estamos hablando de que un espectacular es un medio visual, en donde queda implícito un mensaje publicitario con la finalidad de vender o dar a conocer algún mensaje.

Teniendo en cuenta esta pequeña nota aclaratoria me apresuro sin mayor dilación a entrar en materia: Hace unos meses manejaba por la calle de Álvaro Obregón a la altura de la calle Colima, allí, está sembrado al piso un espectacular de una tienda departamental, para no mencionar nombres puedo decir que sufrió un pequeño accidente algunos años, pequeño accidente que la redujo a cenizas y que tiene nombre de joya marina.

Al ir manejando este “espectacular” arrebato mi mirada, la acoso hasta plantar un análisis visual, bueno en ese anuncio de más de 3 metros de alto aproximadamente anunciaba la ropa de temporada.

Lo que me dejo pasmado no fueron los conjuntos escogidos algo atemporizados ya que muestran los respectivos (conjuntos) de invierno siendo que la primavera casi verano la tenemos encima, sino mas bien los modelos, los cuales en si no eran modelos de carne y hueso sino mas bien maniquíes de plástico.

Modelos con piel blanca, no trigueña, blanca como la hoja que estás leyendo, descarnizada de cualquier vena, el modelo además con su mueca fría, una mirada pérdida que el fotógrafo, aunque le dé un encuadre más cálido no puede ocultar.

En si el maniquí es un anuncio, una imagen a semejanza de nuestro cuerpo de cómo podría verse un conjunto, pantalón y camisa, en nosotros mismos: por ende el espectacular es un anuncio dentro de otro anuncio. Maniquí fotografiado en un espectacular.



El maniquí comúnmente es utilizado en vivo en tiendas departamentales lo podemos ver hasta tocar.

Estos maniquís, fueron escogidos dejando de lado al humano, que podría haber representado el género humano creo que con mas calidez que un simple “mono”.

Tal vez la empresa ya sea para ahorrar publicistas no quiso contratar modelos de carne y hueso y decidió optar por fotografiar maniquís, estos no se oponen a trabajar tiempo extra, de hecho no cobran regalías por las fotos, no se les cansa la mirada, mucho menos se arrugan, podría decirse que son los modelos perfectos, aunque su frialdad es certera ya que no evocan ninguna emoción por portar algún pantalón de marca.

O pensando perversamente existe un doble mensaje: tal vez así nos vemos, tal vez nuestra sociedad llamada contemporánea se ha convertido en una horda de maniquís, sin emociones, sin color, sin alma, preocupados simplemente por el consumo; nos ha arrebatado el dolor y la felicidad, tal vez la tienda a si nos ve, si es así, que la moda nos ampare.

El texto del anuncio queda en segundo plano, la imagen fría de una familia compuesta por maniquís evoca a la sociedad que tanto intrigo a George Orwell en “1982” o a Aldous Huxley en “Un mundo feliz” novelas míticas que narran lo que el espectacular quiere emular, una sociedad de masas.

Hace años se hablaba de la sociedad de masas, de consumo, en la cual las ideas, sueños, pensamientos y la cultura se produce bajo procesos industriales, hace años se denuncio puntualmente, hoy somos lo que somos, maniquís de carne y hueso.

martes, 10 de febrero de 2009

Tarde burocrática ò como ahorcarse recostado


Sobre que puedo dejar constancia luego de una gran ausencia entre bits, ceros y unos, pues decidí que ahora me dejaría caer en esto del “blogueo” cada que pudiera, ya que si escribo cada vez que me pasa algo interesante me volvería loco de egocentrismo al traer mis aventuras con un cepillo de dientes, o la lucha con un par de luces intermitentes o el rescate de un hielo sobre una estero de coca cola: digo lo que sucede es que algo interesante, eso que se llama interés público deja de serlo, y solo a mí, el ego, del yo me parece digno. Sin embargo, de lo digno lo digo, es bonito.

Luego de esperar más de tres meses en el remanso de la tarde sudcaliforniana, en pleno invierno irritable, de ese que hace frio por la mañana y por la tarde un calor extenuante que anuncia su pesadez de meses próximos, por fin regresaron a clases los más de 5 mil alumnos que componen la plantilla de educandos universitarios en la autodenominada máxima casa de estudios.

Fue así, como la espera termino, luego de una periodo más largo que el de clases, ya que la tarde, (ese momento para continuar algunos con labores propias a la profesión, otros para dedicarle tiempo al cuerpo o a la familia), ahora que no acudía a prestar juramento al burocratismo más acendrado de 5 a 8 pm, me parecía vacía, tosca y despreciable. Caí en el juego de la tarde ociosa, me vi, jugando sin parar, salvo la lectura que me permitía regresar a un universo imaginario: me la vivía en universos paralelamente binarios. Deje la lectura a un lado, ni siquiera un Norman Mailer y sus tipos duros no me rescataron de ese periodo de ocio tecnológico. De 5 a 8 me convertí durante más de dos meses en un tecno adicto.

Y no es que sea un informático empedernido, ni mucho menos, sino que desde que la tarde se convirtió en un tiempo que se diluye como tinta “gasolinada”, pues me deje diluir por un disolvente tan llamativo con todo y su olor peculiar como la laptop, el Xbox, el MSN, el Dvd y porque no una siesta bautizada de ronquidos; del rescate mediático pase arrinconado al dependiente de contenidos morbosos y vacios. Me di cuenta otra vez, ya lo había evidenciado al dar unas clases en semestres pasados que las teorías sobre los análisis de medios eran ciertas, y lo terrible: yo era un sujeto testable y rentable de estas teorías, no le dije a nadie y como que en cierta medida esta es mi confesión.

Dejo aquí mi confesión para pasar a la narrativa mas científica, fundamentada o mamona, como la quieran llamar, pero me puse a estudiar las materias solo un par de días antes, me atrapaba la sensación tardada, (por la tarde no por su dilación en mi agenda personal) de dejar los apuntas para un luego, y me proponía a sumar puntos en mi propio salón de la fama mediocre e invisible, compuesto de colores llamativos pero invisible al fin de cuentas, que raro, hasta hoy, que deje mis puntos caducos ya, para que se empolven en un universo paralelo, que flota en algún lugar en el interior de una maldita Caja X.

No puedo creer que como el adicto, me haya dado cuenta de mi problema, ok, primer paso, lo reconozco segundo y busco ayuda, lo hice (el proceso de mi problema fue más rápido que una adicción real: ayuda a la lectura), aunque fue una ayuda intrapersonal, un alter ego comunista, tecnogino, neurótico y amante de la publicación escrita, espía y adicto al olor de guardado, filosofo tipo McDonald, sabinero o amoroso: un sin fin mas de detalles que hacen a mi alter ego un personaje fiel y que me quedo con ganas de traerlo a la realidad más seguido. Se acabaron las sesiones infinitas de charla, y que nunca fue charla de mensajes escritos fugazmente y de competencias inexistentes, dejo y salgo, camino y respiro aunque el ejercicio no es de mi entera confianza, mejor me quedo con un simple trecho al refrigerado o ya de plano apago con mis propias manos el televisor.

Me imaginaba que tan difícil será quitarse la vida a la vieja usanza del pasarse una cuerda por el cuello acostado en la cama, cuando me di cuenta de la irreverencia, irrelevancia y futilidad de la que estaba pasando en mi cabeza me di cuenta con felicidad de que el ratoncito se había puesto a trabajar, aunque inservible esa reflexión la dejare para otra ocasión, en vez de eso me pongo a terminar de completar los programas de asignatura.