Ahorita es ahorita no después, me digo
La realidad, esta inclinada a ser inequívoca, esquiva e inapreciable, vista casi siempre a las siete de la mañana; tiempo después se vuelve lenta, caliente y terrible; es un proceso de averigua después y corre, por que el semáforo no descansa de pitar el rojo. Se volvió una linda negrura la mañana de hoy, lagañoso y con la mente en blanco termine en el baño anarquista, no hay ley para sacudirme el cuerpo no se ni por donde empezar. No se si va primero el jabón o la toalla, con esa mera idea de desprecio sobrepaso el baño lleno de energía y listo para dejar el hogar. Mi cerebro funciona en automático sin embargo los viernes es placido el control que tengo para esperar el tiempo de ocio. Para mí, el ocio no es controlado es inesperado, agradable e intrapersonal.
Ese ocio del que hago mio, mi único tiempo para mi, se revuelve entre conversaciones monótonas si vuelvo a que horas o si el tiempo se volvió pesado, son monólogos infinitos de tiempo ocioso, tanto que mi comunicación intrapersonal se ha convertido en un divertimento: levanto el teléfono y me quedo escuchando la pulsación unos diez minutos; observando la ventana, iluminada de sol, no pienso en nada; en medio de la fila para cobrar la quincena, se vuelve el único rincón que tengo para aclarar el camino de regreso a casa; con un sprite en la mano y la mochila llena de apuntes para la clase; o cuando espero la porción de jamón que pido, detrás de mi una señora mal pintada se acuerda de un olvido y yo me interno en lo voy a olvidar adrede.
Lástima, me taladra el pensamiento una y otra vez, el recuerdo de haber olvidado "de adrede" lo que olvide; si, lo acepto, lo hice con toda intención, y que; me reprocho la levedad de haber olvidado comprar pañales, lastima, el mundo se mueve tres centímetros mientras aterriza mi mente y se alza de nueva cuenta el mismo pensamiento, que se eleva y cae a contrapeso. Como me voy a poner a escribir sobre mis días “ociotizados” si al ver y escuchar las noticias solo hablan de números y estadísticas en las que el genero humano, en especifico el mexicano es suprimido, borrado del estilo.
Entonces, ahorita es ahorita no después, para que me pegue en la cabeza una pelota que según espero, pero que al quedarme como ido se impacta inevitablemente en mi frente, y me veo caer como si fuera una bota sin agujetas; no después para observar que mi país, se incendia en una revolución invisible, en la que los bandos no son equipos de béisbol, si no batallones de hombres comandados por químicos, en medio nuestra sociedad arriba de un carrito de bolis se cruza en la balacera, me digo: ahorita es ahorita no después, para México el después es hoy.
